04 mayo 2006

15 mil tortugas arrau se sumergen en el Río Orinoco
























En los últimos 13 años, la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales ha a liberado un total de 230 mil animales de esta especie, lo que se considera un record mundial para cualquier programa de conservación de un animal en peligro de extinción
Hoy volverán a su hábitat, en el río Orinoco, 15 mil tortugas arrau de un año de edad luego de haber sido criadas en cautiverio en la Estación Experimental Amazonas en Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas. Esta actividad la viene desarrollando desde hace 13 años la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Fudeci), con el apoyo del Ministerio del Ambiente y la Guardia Nacional. Omar Hernández, director general de Fudeci explicó que el programa de conservación de la tortuga del Orinoco se inició en el año 1994 y en estos 13 años se han liberado un total de 230 mil animales, lo que a su juicio es considerado “un record mundial para cualquier programa de conservación de un animal en peligro de extinción”. Hernández califica como “positivo, en cuestión de los números” los resultados del programa de conservación, “pero el monitorio que realiza Fudeci evidencia que se están desapareciendo las tortugas pequeñas, así como se liberan se las comen”. Aunque el mismo reconoce que han encontrado tortugas vivas que fueron liberadas hace 10 años. “Todos los años se hace pesca en el refugio para ver si se mantienen las especies marcadas o silvestres”.

FUDECI
La labor de cría, investigación y mantenimiento de las tortugas arrau que realiza Fudeci tiene como sede la Estación Experimental Amazonas en Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas donde tal como lo explica un comunicado de prensa enviado a esta redacción, “se encuentran cinco tanques australianos de 10 mil litros cada uno y una laguna de 80 metros cuadrados en donde los tortuguillos son criados, alimentados, pesados y medidos por doce meses. Cuando llegan a la estación, estos recién nacidos miden unos cinco centímetros, pero al cabo de un año estos pueden alcanzar hasta 15 centímetros de largo. Los tortuguillos se liberan cada año en las mismas playas donde nacieron debidamente marcados para facilitar su seguimiento en el futuro”. El comunicado advierte que las tortugas ocupan el primer lugar dentro de las especies silvestres que más se consumen. “Se estima que en el Estado Amazonas se cazan anualmente 200.000 ejemplares de mamíferos y aves, y 400.000 de tortugas acuáticas. Estos datos son alarmantes si se toma en cuenta que el estado Amazonas es una de la áreas menos pobladas del país con una densidad de 0,4 habitantes por kilómetro cuadrado”. Para la fundación “la alta depredación humana de los huevos de Arrau esta afectando la supervivencia de muchas otras especies de la cuenca orinoquense”. A su juicio las características reproductivas de las tortugas arrau hacen que esta especie sea considerada como clave del ecosistema. “Sus altas tasas reproductivas, conjuntamente con la alta depredación natural de huevos y neonatos, hace que estas tortugas sean un recurso alimenticio importante para muchas especies de mamíferos, aves, reptiles y peces. Además estas tortugas se reproducen en la época de sequía, que es la temporada más crítica del año para la mayoría de las especies, lo que hace que muchos animales depredadores de huevos y neonatos dependan de ellas para su alimentación durante este tiempo”.

LA MÁS GRANDE DE LATINOAMÉRICA
La tortuga arrau, cuyo nombre científico es Podocnemis expanda, es un quelonio de agua dulce que puede llegar a pesar cerca de 40 kilos. Es la tortuga más grande de Latinoamérica, la hembra puede llegar a medir hasta 70 centímetros de longitud. El color de su carapacho es casi negro formado por placas lisas y grandes, la parte de abajo llamada peto o plastrón es de color amarillento, las patas son cortas y provistas de fuertes y largas uñas y sus dedos están unidos por una membrana que le permite nadar. Se alimenta de plantas acuáticas, frutas y semillas que encuentra en el agua, pero también se incluyen en su dieta algunos invertebrados. Se las encuentra en las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas, pero al momento de poner los huevos prefiere sólo algunas islas del río Orinoco con suelos arenosos. La tortuga adulta puede llegar a poner hasta 200 huevos de los cuales sólo el 5 por ciento llega a adulto. El proceso reproductivo de las tortugas arrau comienza en el mes de octubre con el descenso de las aguas en el Orinoco que permite la congregación de la especie; luego durante el mes de febrero las hembras inician el ritual de tomar el sol en las orillas de las islas que comienzan aparecer a lo largo del cauce del río antes del desove. Este asoleo les toma varios días, entre febrero y principios de marzo, hasta el momento en que anidan, proceso que llevan a cabo durante la madrugada excavando hoyos de hasta 80 centímetros de profundidad. En él depositan entre 50 y 150 huevos blancos y redondos que son cubiertos con arena convirtiéndose el hoyo en una especie de incubadora. Al cabo de 45 y 70 días, los tortuguillos arrau salen a la superficie de la arena para sortear toda clase de amenazas.

CAMINO TORTUOSO
Según el Libro Rojo de la Fauna venezolana, “la principal amenaza para la tortuga arrau es la sobreexplotación de sus poblaciones como fuente de alimento y para la obtención de otros productos”. Otro de los aspectos que reseña la publicación editada por Fundación Polar se refiere a la alta mortalidad natural de los tortuguillos. “Al momento de emerger y antes de llegar al agua, son depredados por zamuros, oripopos, gabanes, garzones, cigüeñas y caricares, entre otros. Los sobrevivientes tienen luego que enfrentarse a depredadores acuáticos como caribes bagres y babas”. Un camino tortuoso lleno de obstáculos donde la conciencia de conservación de los habitantes de la ribera del Orinoco debe contribuir para su supervivencia.

¿Qué se puede hacer para conservar la especie?
El programa que adelanta Fudeci contempla “la colecta de nidos para su incubación en playas protegidas a fin de asegurar su éxito reproductivo minimizando la depredación humana de nidos. Luego, y con la finalidad de aumentar de forma rápida y considerable la generación de relevo, se debe minimizar la mortalidad de una cantidad considerable de tortuguillos mediante su cría en cautiverio para luego liberarlas al año de nacidas”. No obstante, Fudeci recuerda que “el 30% de los huevos que ordinariamente no eclosionan, aportan nutrientes al ecosistema fluvial una vez que los nidos son inundados por el río. Esta reducción de nutrientes afecta la productividad y diversidad biológica”.

1 comentario:

Antonio Machado dijo...

Estimada Evelyn. Excelente trabajo de concientización de nuestra población.

Antonio Machado-Allison
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales