19 enero 2006

Minería ilegal en Guayana: principal problema ambiental del 2005


Aunque para algunos investigadores locales no pudiera categorizarse como el de mayor importancia del país, por estar circunscrito sólo a Guayana, concuerdan con el balance que cada año realiza la organización ambientalista venezolana, Vitalis en el daño que ocasiona la minería ilegal en los ríos, los suelos, la flora y la fauna

La afectación de los recursos naturales producto de la actividad minera no pasó desapercibida en el balance que cada año realiza la organización ambientalista Vitalis sobre la situación ambiental de Venezuela en el cual participan más de 200 expertos en la materia. La minería ilegal en Guayana resultó ser el principal problema ambiental del país durante el año 2005. Aunque para algunos investigadores locales no pudiera categorizarse como el de mayor importancia del país por estar circunscrito sólo a Guayana, concuerdan con el balance de Vitalis en el daño que ocasiona la minería ilegal en los ríos, los suelos, la flora y la fauna.

Afectaciones que trascienden
Hernán Castellanos, coordinador del postgrado de Ciencias Ambientales de la Uneg considera que en Venezuela existen muchos problemas ambientales por lo que tratar de señalar que uno genera mayor impacto que otro dependerá de muchos factores y análisis.
Para el biólogo de la Uneg, las empresas básicas de Guayana generan un impacto ambiental local urbano que trasciende a nivel global por las emanaciones de gases de efecto invernadero que generan y que van a la atmósfera ocasionando una contaminación global; mientras que la contaminación generada por la actividad minera es más localizada, no tiene tantos gases de efecto invernadero, siendo su mayor impacto la modificación al medio ambiente en especial los ríos como sistema. Dijo que al remover los suelos con los monitores hidráulicos -usados por los mineros- se produce erosión y cuando llueve todos esos sedimentos van a los ríos y si a esto se le agrega la contaminación mercurial, el proceso de afectación es más global, “así empieza el proceso que no tiene recuperación inmediata en especial por los suelos guayaneses que son pobres en nutrientes”.
No obstante, a su juicio “hablar de que la minería es el principal problema de contaminación en Venezuela, lo dudo mucho, porque tiene que haber un marco de referencia para decir que es la minería”. Como investigador considera que antes de emprender cualquier proyecto minero o forestal se debe conocer todo lo relacionado al medio ambiente - morfología, geología, dinámica- y tratar de emular el sistema, “porque hasta ahora el sistema natural ha demostrado ser perfecto, de contar con mecanismos de recuperación y retroalimentación propia”. A su juicio es prioritaria una mayor investigación, “pero idónea porque no se hace nada con investigar y después no resolver los problemas de base”. Castellanos recomienda que grupos de investigadores de la región abran líneas de investigación para poder abordar los problemas y tratar de resolverlos de forma conjunta. “Si aquí no se insta a las instituciones a la investigación, iremos de mal en peor. Si no se investiga no se produce información y el país vive en un atraso total, porque lo que hacemos es copiar tecnologías y aquí existe gente capacitada para poder adelantar investigaciones, generar conocimiento e inclusive crear tecnología, pero el Estado no incentiva la investigación”.

Una resolución que impactó
Por su parte, la investigadora y coordinadora del Centro de Investigaciones Ecológicas de Guayana, Judith Rosales piensa que el tema de la minería en Guayana destacó durante el año 2005 por la resolución del Ministerio del Ambiente que determinó la necesidad de eliminar la minería de la cuenca del río Caroní. Una política de Estado que a su juicio no se logró “porque finalmente, por los problemas políticos y sociales y de defensa de los 40 mil mineros, pesaron más que las 20 millones de personas que dependen de la electricidad que se genera de la cuenca del Caroní”. Recalcó Rosales que la consecuencia más grave de la minería en Guayana son todos los sedimentos que se liberan en corredores de casi 30 kilómetros, donde no hay vegetación, a lo largo de los cauces de todos los ríos tributarios del río Caroní, principal cuenca donde se genera el 70 por ciento de la energía hidroeléctrica del país.
“Esto es algo que no había visto en los 20 años que tengo aquí. El año pasado pude sobrevolar la zona y es un destrozo tal que por algo la ministra de Ambiente tomó esa decisión, porque ella es hidrólogo y conoce de las consecuencias de la movilización de sedimentos y el peligro que representa para las presas. Hay hasta formación de islas de lodos en los cauces del Caroní”.
Como especialista en bosques ribereños, Rosales subrayó la afectación que se observa en estos paisajes de la cuenca del Caroní, situación ésta que considera preocupante por la función misma de los corredores ribereños de incrementar la diversidad del paisaje. “Ahí hay especies únicas que toleran condiciones de inundación, de velocidad del río y de sedimentación que de manera natural se depositan en la ribera, de forma tal que aquellas especies presentes incrementan la diversidad del paisaje, lo cual significa que hay un impacto negativo importante a nivel de paisaje”. Precisamente, Rosales, ante lo que ha pasado y viene pasando en la cuenca del río Caroní, defiende enfáticamente la posición de muchos investigadores de no tocar la cuenca del río Caura. “Estarían impactando una nueva cuenca prístina”. En tal sentido, la investigadora concuerda con el planteamiento inicial de eliminar la minería en la cuenca del Caroní, incluso la minería legal, para ella “no hay ninguna concesión minera, ni legal, ni ilegal, que se esté haciendo con los análisis ambientales y la mitigación del impacto inmediato”.

¿Y el Orinoco?

Para el experto en aves, Rosauro Navarro el principal problema ambiental es la contaminación del río Orinoco, que no es precisamente por minería de oro, sino por residuos industriales mal manejados y desechos sólidos. Sin embargo, piensa que el informe de Vitalis trata de llamar la atención sobre un problema puntual que se podría agravar en la Reserva Forestal Imataca donde se dio apertura a la explotación minera. Navarro explica que la minería de cielo abierto es la más destructiva, porque al talar todo un bosque se destruye todo un ciclo natural, fuentes de agua y el hábitat principal de la fauna. Añade que aunque se intente recuperar el área afectada por la actividad minera, el ciclo total, lo que es la recuperación desde la copa del árbol hasta el piso, no se cumple en su totalidad, “hay sitios donde la recuperación es a medias y a muy largo plazo. En cualquier caracterización nocturna de las áreas afectadas por la actividad minera, no se observa ningún tipo de fauna -aves, ranas, sapos- en esos riachuelos producto de la bioacumulación de mercurio que las aniquila. Un problema que afecta de igual forma a los grupos humanos como las comunidades indígenas asentadas en los cauces de estos ríos”.
Navarro sentenció que tanto la tala como la actividad minera “nos están dejando un pasivo ambiental negativo a veces incobrable e insustituible”.

Debate constructivo
Cada año la organización ambientalista Vitalis presenta un balance de la situación ambiental del país basado en la opinión de más de 200 expertos en la materia que fueron consultados mediante una encuesta realizada durante los dos últimos meses del año 2005. Con esta iniciativa, que desde el año 2001 se viene realizando, Vitalis busca “impulsar un debate constructivo, propositivo y de altura, dirigido a conciliar posiciones e intereses a favor de la conservación y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos en nuestro país, así como a explorar los mecanismos y las acciones a emprender a las puertas de un nuevo año en la gestión oficial y no gubernamental ambiental”. Para mayor información visitar http://www.vitalis.net/

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