13 diciembre 2005

Experiencias de guayaneses con el águila arpía


Sus ojos no daban crédito a lo que veían. Cuando abrieron la nevera, se encontraron con un pichón de águila arpía, que apenas si podía moverse. Su cautiverio, en lo profundo de Sierra Imataca, había acabado. Sin embargo, el destino de “Gabriel”, nombre con el cual fue bautizado por sus rescatadores, no es el mismo de muchos de su especie que se ven amenazados por la cacería y la deforestación indiscriminada.

HECP: el inicio
Esta especie, propia de los bosques tropicales, forma parte de la gran variedad de fauna que exhibe Guayana. Según un estudio realizado en los años 90 por el Programa para la Conservación del Águila Arpía en Venezuela, HECP (siglas en inglés), en la región se censaron más de 30 nidos de águila arpía en las tierras bajas al sur del Río Orinoco y al este del Lago de Guri. El mayor número de nidos se ubicó al este del poblado de El Palmar, en el área de Río Grande de la Sierra de Imataca y al menos 18 de otros nidos se han ubicado e identificado en las adyacencias de lo que es la Reserva Forestal de Imataca incluyendo un lugar reportado en lo más alto de la altiplanicie de Nuria y otros cuatro cerca de Bochinche al sureste cerca de la frontera con Guayana.
Precisamente, el destino de “Gabriel” cambió con la labor de rescate que realizó en esa época el equipo de HECP liderizado por el venezolano Eduardo Álvarez, con el apoyo financiero de la Peregrine Found (Fundación del Halcón Peregrino), una organización conservacionista de Estado Unidos. En principio, el objetivo del programa era marcar los animales, estudiar su biología, colocarles radios satelitarios para conocer cuál era su rango de hábitat, tamaño del espacio que habita y toda la parte biológica de seguimiento y reproducción. Esta labor contó con la colaboración de Edelca, Proforca, Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marn), e incluso de algunos aserraderos de la región.

Vivencias
Una de las personas que participó en estos rescates fue Luis Balbás, quien coordinó la Operación Rescate de Fauna de Caruachi, y es un estudioso del águila arpía. Sobre “Gabriel” nos comentó que luego de su recuperación durante un año en una de las casas del campamento Guri, lo enviaron -junto a seis más que fueron decomisadas- con el apoyo del Marn y el aval de Edelca a un centro de reproducción en la ciudad de Idaho, Estados Unidos. El apoyo de la Fundación Halcón Peregrino culminó una vez que se lograron los pichones de águila arpía.
“Una aventura como esa con un animal tan grande, metido en una nevera y una persona que trata de criarlo como un pavo para comérselo en navidad, lo que refleja es ignorancia y también necesidades, ingredientes que juntos, se convierten en una bomba de tiempo para lo que sea”.
Balbás aboga por una ciencia más educativa que vaya dirigida a la gente que interacciona directamente con ese medio, a través de un lenguaje sencillo que “le permita entender que el tema de la conservación es importante y que ese recurso se puede convertir en una especie de mina de oro y no en el sancocho de un día”.
Considera necesario divulgar el rol que juega el águila arpía en la cadena de la cual depende el bosque, y que las comunidades indígenas y criollas asentadas en la región reconozcan el valor turístico que tiene llevar a contemplar este tipo de animal.
“Es muy difícil convertir a los campesinos en conservacionistas, pero seguramente su sensibilidad natural los convertiría en aprovechadores de recursos sin que necesariamente lo extingan”.

Experiencia de un aserradero
Balbás considera como un logro el hecho que aserraderos como el de los Hermanos Hernández sean ductores de esta información. Esta empresa ubicada en Upata tiene la concesión de aprovechamiento forestal en el sector Bochinche de Sierra Imataca, lugar donde a principio de los años 90 el personal que realizaba los inventarios detectó un águila arpía que estaba anidada en un árbol muy frondoso de algarrobo y según pudieron observar las dimensiones del nido era de casi 2 metros de diámetro, constituido por ramas y palos de árboles gruesos.
Carlos Hernández, uno de los directivos de la empresa explicó que de inmediato notificaron al Marn, institución con la cual elaboraron un plan de protección en 40 hectáreas en donde estaba ubicado el nido, colocando vallas de señalización y contactaron a Eduardo Álvarez quien anilló al animal para hacerle seguimiento a través del radar e incorporarla al HECP.
“Una de las primeras cláusulas que deben respetar los concesionarios madereros es la concerniente al cuido y conservación del área destinada a la explotación forestal donde se hace énfasis en la conservación de la flora y fauna de la zona”.
Hernández recuerda que cuando apareció el águila arpía “nos sentimos muy orgullosos, porque comenzamos a participar junto a especialistas nacionales e internacionales del programa. Por eso, hemos sido bien exigentes con el personal que tenemos en campo de modo de brindarle a la flora y a la fauna del lugar, el mayor respeto por su conservación”.
Destaca Hernández las charlas que periódicamente dictan al personal que labora en campo y a las comunidades indígenas a quienes se les explican las condiciones especiales en que se encuentra el águila y lo que se persigue con su protección. De igual forma, estas charlas de orientación se dictan al contingente de la Guardia Nacional y del Ejército venezolano que se encuentran en la zona.
Actualmente, el Programa para la Conservación del Águila Arpía en Venezuela, coordinado desde Maracay, requiere una mayor presencia en la región con el fin de mantener viva la labor de personas como Luis Balbás y los Hermanos Hernández en la conservación de esta ave cazadora poco conocida y en peligro de extinción. Un compromiso de todos.

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