06 febrero 2007

Ecoturismo: un espacio para la interpretación ambiental

Para la investigadora de la UNEG, Nay Valero el reto de la Educación Ambiental es hacer que los actores involucrados asuman “el compromiso de analizar sus valores y actitudes frente a los retos de una actividad que debe considerar en primer lugar el ecosistema”

Para la educadora Nay Valero, magíster en Ciencias Ambientales e investigadora del Centro de Investigación en Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable de la Universidad Nacional Experimental de Guayana esa relación hombre-naturaleza, desde sus diversas ópticas de valoración “pasan hoy en día por una profunda reflexión de una nueva mirada del mundo, de un nuevo desafío que orienta a revalorar las actitudes y las aptitudes de cada individuo en su medio social”. De tal forma que ante el reto propuesto por el Ministerio de Turismo de incluir dentro del Plan Estratégico Turístico 2007-2013 “nuevos destinos y productos turísticos con base en las potencialidades vírgenes como el ecoturismo”, las reflexiones de la investigadora de la Uneg apuntan a que esta alternativa de desarrollo económico “debe estar en equilibrio dinámico con lo social y lo natural; enfoque que direcciona la concepción de una actividad bajo principios y valores ambientales”. En este contexto, Nay Valero señala que la Educación Ambiental “asumida como una herramienta de reflexión en los procesos de capacitación de un operador ecoturístico y de un usuario tiene aristas de desarrollo que en ambas direcciones están asociados al manejo de información, asumido desde el conocer, el comprender, el cuestionar, conservar y convivir; seguido de una revisión y reflexión de sus valores y actitudes frente al nuevo hecho, en este caso a esa maravillosa oportunidad de aprehender una ruta para enseñar a valorar los ecosistemas, dar a conocer su importancia ecológica, económica, social y cultural, es decir un operador o un usuario se transforman a través del proceso en unos multiplicadores de acciones que en el corto plazo influyen en la percepción de un espacio definido o identificado con la potencialidad ecoturística”.

CORRESPONSABILIDAD Asimismo, considera que a través de esta herramienta “ambos actores son corresponsables de atender los impactos negativos que se presentan con la actividad turística que se desarrolle, por ello, el conocer la dinámica de los ecosistemas y sus limitaciones naturales es importante para garantizar la sustentabilidad de la actividad”.
Por ello, añade la especialista la necesidad de comprender uno de los conceptos centrales que a su juicio debe estar presente en todo proceso de capacitación y que no es otro que “el ambiente en su dimensión compleja, como un sistema de interrelaciones establecidas en cada dimensión de sus componentes, los cuales conforman una red temática desde lo pedagógico y una red ecosistémica desde lo biológico. Como se puede apreciar en el gráfico, cada uno de los componentes están interrelacionados en niveles de complejidad” (ver Gráfico).
Explica Valero que una vez asumida esta concepción, “se inicia un proceso de apropiación de cada uno de los componentes que conforman el espacio geográfico definido para la actividad ecoturística, con el objeto de intercambiar saberes entre los actores locales, los operadores y los facilitadores de los programas de formación, resaltando el rescate de los saberes populares y su incorporación en el discurso de la ruta, le otorga una alta potencialidad a la actividad que se oferta, dado que subliminalmente se está trasmitiendo información cultural; además, el valor agregado en ambas direcciones a los saberes populares y técnicos permiten iniciar el proceso de conformación de grupos interdisciplinares necesarios para comprender la compleja red de relaciones de los sistemas ecológicos”.

CAMBIO SOCIAL En este punto, Valero insiste en destacar la formación de los operadores ecoturísticos. “Los actores involucrados deben asumir el compromiso de analizar sus valores y actitudes frente a los retos de una actividad que debe considerar en primer lugar el ecosistema y la capacidad de carga de éste para poder definir sus rutas, en segundo lugar debe asumir desde la práctica una conducta de respeto por cada uno de los componentes del sistema, debe desarrollar habilidades y destrezas que le permitan enfrentarse a los desafíos a los fines de reducir los impactos ambientales y finalmente debe asumir un código de ética, que debe traspasar las fronteras de la teoría. Es decir, la Educación Ambiental debe fomentar el cambio social a partir del desarrollo de valores, actitudes y habilidades para asumir una responsabilidad ambiental”. A su entender la actividad ecoturística se transforma en un espacio de “interpretación ambiental, un espacio de intercambio cultural y en especial un espacio de convivencia, donde los turistas y los operadores intercambian saberes, promueven el desarrollo, contribuyen a tejer redes a través de los hilos de información desde sus vivencias”.

ECOTURISMO: DISPARADOR DE SITUACIONES Valero insiste en su tesis que concibe al ecoturismo como “un disparador de situaciones que se pueden materializar en "buenas prácticas" como el revalorar los componentes de los sistemas, el comprender la importancia de conservar las cuencas hídricas, los sistemas ribereños, la vegetación, la fauna, el adecuado uso y manejo del suelo en el caso de las actividades agrícolas y las compras conscientes para contribuir con minimizar el volumen y la frecuencia de generación de basuras; todo ello, implícito en el sistema de la actividad ecoturística, más allá del cliché publicitario sobre lo ecológico o sustentable de la misma”. Valero está convencida que de lograr estos cambios en los actores del sistema ecoturístico, “se puede decir entonces que la Educación Ambiental ha cumplido sus objetivos. No es una declaratoria, es un proceso de aprehensión e internalización de saberes propios y la construcción de nuevos saberes según los escenarios y desafíos de cada ecosistema y de cada cultura”.

CÍRCULO INTEGRAL La profesora de la Uneg, Nay Valero explicó que el proceso de educación ambiental es un círculo donde están interconectados comunidad-universidades-medios-empresas-municipio. La comunidad valora los impactos socio-ambientales y los costos del servicio; las universidades e instancias educativas, incluso a los medios de comunicación impulsan programas de investigación, de capacitación y difusión como estrategia interinstitucional para el fortalecimiento del plan de gestión ambiental. Las empresas promueven programas para el fortalecimiento de las iniciativas locales, optimizan los recursos e involucran la variable ambiental en su estrategia de gestión. La municipalidad diversifica el mecanismo de recolección, optimiza los recursos económicos y los redirecciona a salud y educación, e impulsa una cultura ambiental desde su política de gestión, además de promover el desarrollo socio-económico-ambiental local.

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