29 julio 2007

La asfixia de los mares

Para Jeremy Jackson, considerado por muchos el científico marino número uno del mundo, la gran cantidad de algas tóxicas y bacterias que están recorriendo los mares han ocasionado hasta los momentos 150 zonas muertas en un océano convertido en “el más grande vertedero de la humanidad”

San Diego, California (EEUU).- El océano está en peligro. Así, sin medias tintas, el paleontólogo y biólogo marino Jeremy Jackson lanza su alarma ante un grupo de periodistas de América Latina y España reunidos en San Diego, California en el marco del 4to. Taller Ealy de Periodismo Científico que cada año organiza el Instituto Las Américas con sede en la Universidad de California, Estados Unidos. Para quien es considerado por muchos el científico marino número uno, la gran cantidad de algas tóxicas y bacterias que están recorriendo los mares, ha ocasionado, hasta los momentos, 150 zonas muertas en un océano convertido, según sus palabras, en “el más grande vertedero de la humanidad”.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) anunció en 2004 que el aumento de estas zonas se viene registrando desde la década de los años 70, incluso determinó que algunas llegan a alcanzar 70.000 kilómetros cuadrados. Según el Pnuma estas zonas se caracterizan por presentar bajos niveles de oxigeno que impiden el sostenimiento de los ecosistemas marinos. Un informe de este organismo de las Naciones Unidas indica que el área más conocida de oxígeno reducido está en el Golfo de México, le siguen otras áreas en América del Sur, China, Japón, el sureste de Australia y Nueva Zelanda.

UNA VIDA EN EL FONDO DEL MAR
Jackson realiza investigaciones marinas desde hace 40 años y acaba de recibir el Premio Internacional a la investigación en Ecología y Biología de la Conservación de la Fundación BBVA de España junto a su colega chileno Juan Carlos Castilla. Desde el Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego (EEUU) y el Instituto Smithsoniano Tropical de Panamá, las investigaciones de Jackson alertan sobre la destrucción de los océanos debido a la cantidad de fertilizantes dispuestos en este ecosistema proveniente de la agricultura. Explicó Jackson que el nitrógeno y los fosfatos que entran al mar, se convierten en nutrientes que luego alimentan a las algas, ocasionando una sobreproducción. “Los animales que comen algas y bacterias no dan abasto, crecen y crecen y en vez de ser comidas, terminan muriendo y caen al fondo del mar; pero su metabolismo ya ha robado todo el oxigeno al agua lo que mata a la mayoría de los animales. Donde había peces grandes, camarones y otros ahora sólo encontramos bacterias y medusas”.
“La zona muerta en el Golfo de México es grande casi el tamaño de Panamá y está creciendo cada año y se debe por utilizar tanto fertilizantes, el océano es el servicio de la humanidad”.

SARDINAS Y ANCHOAS
El científico dijo que se está “sobrepescando” todo lo que hay en los océanos y predijo que en 20 años no habrá sino sólo sardinas y anchoas. “Estamos destruyendo los bosques del mar y trasformando el fondo del mar en un parque porque no hay dimensiones; mezclando las especies del océano, calentando el mar por el cambio climático e inundándolo de toxinas y microbios, haciendo mares de bacterias”. Recuerda que en la época de Cristóbal Colon había mínimo 50 millones de tortugas verdes de media tonelada cada una, “eso es más biomasa que todos los mamíferos del continente de África hoy”. Estima que en la actualidad existe un aproximado de 600 mil tortugas verdes, lo que considera un problema ambiental muy grave porque están proliferando las medusas que son los alimentos comunes de las tortugas, especie que mantienen un balance en el ecosistema marino. Dijo que hay zonas donde la única pesquería es de medusas como en China y áreas en la costa de África, en el norte del Golfo de México entre otras.
Otro de los graves problemas es la extracción del fondo marino por el proceso de arrastre de pescado y camarón. Asimismo, explicó que la mezcla de especies está causando estragos como el “alga asesina” una planta introducida en el mediterráneo que está cubriendo todo el noroeste y está transformando comunidades marinas y especies. “Un alga muy parecida está introducida en el este del pacífico y está cubriendo los arrecifes de corales en Costa Rica”.

FUTURO CIERTO
¿Qué va a pasar en el futuro? Una pregunta muy fácil de responder para un científico que ha dedicado su vida al estudio de los ecosistemas marinos. “Los mares están viajando rápidamente a su desaparición”, sentencia con una voz grave y una angustia que se ve reflejada en sus ojos verdes.
“En el pasado había un montón de animales grandes. Cuando Colón llegó a China y América había más o menos 10 especie de animales mucho más grandes que su navío “La Santa María”. Nosotros nos reímos de los monstruos del mar, pero en esa época sí los había y hoy eso no se puede ver en ningún sitio del mundo”.
Está convencido que los cambios ambientales son muy extremos y la mayoría de los organismos que invaden los mares están eliminando el pescado, los camarones y otras especies ocasionando un vacío que a su juicio permite que otros organismos crezcan en demasía como las bacterias y medusas en las zonas muertas; “y el problema es que es muy difícil cambiar esta dirección para reestructurar lo que existió”.

Dejar de pescarEl experto mundial en mares, Jeremy Jackson no es muy optimista respecto al futuro de los mares, a menos que se deje de pescar. “Hay 6.5 billones de gente y en cincuenta años seremos 9.5 billones de gente y no habrá peces para esta cantidad de personas”. Cree que a los países del continente africano les quedan 15 años de peces.
Hace un llamado para que los países disminuyan el abono que utilizan en la agricultura porque de no ser así “las zonas costeras del mundo serán zonas muertas en 50 años”.
Piensa en cómo será el mundo que quedará para su único nieto si se sigue a este ritmo y no se cambia la manera de vivir y de consumir lo que se extrae de la naturaleza. Por eso, recomienda que se destinen más áreas protegidas en las zonas costeras, al menos de 100 kilómetros cuadrados, pero al mismo tiempo advierte que éstas no se conviertan en “estampillas para propaganda”.

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