24 octubre 2005

Las Galderas: mágico encuentro entre el hombre y el ambiente

Los habitantes de esta comunidad ribereña del río Orinoco vienen capacitándose en ecoturismo, gracias al trabajo que con entusiasmo y dedicación desarrollan los investigadores de la UNEG y Fudecotur

La turista emprendió el camino sintiendo la fría brisa mañanera en su rostro. A lo lejos observaba la inmensidad del río padre que la esperaba con sus juguetonas toninas. Al adentrarse en el bosque ribereño, un trinar de aves despertó sus sentidos frente a un mágico y cambiante ecosistema, nunca antes visto que le hizo preguntarse sobre lo que tantas veces se ha cuestionado: ¿por qué vivir a espaldas del río Orinoco?
El reencuentro con la ribera del Orinoco lleva a reflexionar sobre el tiempo que se ha perdido mirando más hacia la industria que al infinito potencial que brinda este ecosistema a los seres humanos, para construir el tan aspirado desarrollo sustentable.
Una meditación que los habitantes del ribereño caserío de Las Galderas han comenzado a experimentar gracias al trabajo que, con mucho entusiasmo y dedicación, vienen desarrollando los investigadores de la Universidad Nacional de Guayana (UNEG) a través del Proyecto Corredor Ribereño del Bajo Orinoco.
Este ambicioso proyecto de investigación comenzó en el año 2002, auspiciado por Fundacite Guayana y la UNEG, con el objetivo de estudiar las características relevantes en el corredor ribereño entre Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana con la finalidad de producir la base científica para la conservación y manejo de la biodiversidad, conocer las funciones de los ecosistemas de este paisaje ribereño y las potencialidades socioeconómicas y turísticas que permitan un desarrollo local sustentable.

Poblado ribereño
Las Galderas es uno de los cinco paisajes estudiados a lo largo de la ribera del Orinoco, ubicado entre el kilómetro 55 y 56 de la autopista Puerto Ordaz-Ciudad Bolívar. Es un caserío fundado hace 40 años por el señor Benito y la señora Columba, actualmente cuenta con poco más de 100 habitantes que se dedican a la pesca y a la agricultura. Al presente, esta comunidad se ha incorporado a participar en la segunda fase del proyecto de investigación de la UNEG, coordinada por el investigador Luis D´ Aubeterre, a través de los distintos talleres de formación y capacitación en las áreas potenciales de desarrollo turístico, educación ambiental y piscicultura. Los talleres de capacitación en ecoturismo son dictados por la Fundación para el Desarrollo del Ecoturismo, Fudecotur, gracias al convenio firmado con la UNEG; mientras que los talleres de piscicultura corresponden al investigador de la Fundación La Salle, Luís Pérez. Durante esta semana, los investigadores Sara Leal y Rosauro Navarro continuaron evaluando las posibles rutas turísticas identificadas por los futuros guías de Las Galderas y organizando la serie de talleres de formación que semanalmente dictan en la comunidad. En esta oportunidad, le correspondió al coordinador de Investigación y Postgrado de la UNEG, Hernán Castellanos dictar una charla sobre los monos araguatos y capuchinos, así como también sobre los manatíes que, aunque en menor proporción, están presentes en este ecosistema. Por su parte, la profesora Nay Valero realizó un taller sobre educación ambiental con el fin de concienciar a la comunidad sobre el manejo de los desechos sólidos a fin de motivarlos a realizar, para finales de este mes, lo que denominó la gran “Fiesta de la Limpieza”.

Formando genteLa actividad académica no se detiene en esta comunidad ribereña decidida a mejorar su calidad de vida. “La idea es que ellos se formen como intérpretes de la naturaleza, porque ellos conocen dónde viven el manatí, la tonina, las garzas, el objetivo es facilitarles esa herramienta de formación a través de las charlas y los talleres para que entiendan la dinámica del ecosistema como un todo, porque en definitiva, es el crecimiento humano y las ganas de aprender que se observa en los participantes”, aseguran Sara Leal y Rosauro Navarro. En tal sentido, José Mariño uno de los pobladores de Las Galderas, asegura que este curso le ha “abierto la mente”, porque le ha permitido conocer la importancia ecológica de una gran cantidad de especies que hacen vida en este ecosistema. “Lo importante es que uno tiene la herramienta y conoce de aves, de plantas, de los bosques. Me siento bastante bien, porque en el momento en que llegó la UNEG, en ese momento me cambió la mente”. El trabajo que realiza José Mariño es muy importante por cuanto se encarga de registrar minuciosamente las observaciones que hace de la vegetación y la fauna del bosque ribereño, que luego es evaluado por los investigadores. Todo este trabajo conjunto entre la UNEG, Fudecotur y la comunidad ribereña de Las Galderas tiene la intención de convertir a este caserío –en un futuro- en un centro piloto de ecoturismo. El interés de los pobladores quedó demostrado en una encuesta realizada durante la primera fase del proyecto, la cual arrojó que el 43% de la población está dispuesta a participar en actividades turísticas; un 26% a participar en protección y conservación; un 18% en actividades pecuarias a pequeña escala y un 13% en agricultura alternativa; sin embargo, ninguno de los encuestados está dispuesto a participar en el manejo de fauna, ni el la explotación del bosque.

Rutas ecoturísticas

La garza morena, la garza blanca y la cotúa son algunas de las tantas especies de aves que se pueden observar en la ruta que esta semana evaluaron los investigadores Leal y Navarro en compañía del grupo integrado por Daniel y Aleida Zambrano, José Mariño, José Luis y Julio César Medina, habitantes de Las Galderas que se están formando como guías eco turísticos. Hasta los momentos han identificado cinco rutas: Laguna de Mamo, Caño Corrientoso, Tasajera, Isla de Mamo norte y sur, y el Garcero ubicado en la laguna rebalsera “Las Arhuacas”; además de una playa anegadiza donde anidan aves como los araguanares, las gaviotas y los playeritos. Sara Leal resaltó la importancia del bosque ribereño asociado a la laguna “Las Arhuacas” por ser el único bosque que queda en este lado del estado Bolívar. Explicó que esa pequeña porción de bosque es de una rica biodiversidad, porque no sólo es un sitio de dormidero y reproducción de garzas, sino también de peces como el coporo y el morocoto. La dinámica del Orinoco se mantiene año tras año, las cuatro estaciones: aguas altas, bajadas de agua, aguas bajas y subidas de agua; son muy marcadas y eso proporciona cambios en el paisaje, la vegetación, la fauna, que pueden resultar una oferta muy atractiva para el turista ecológico. En las distintas rutas y según la estación se pueden realizar observaciones de aves y toninas, paseos en kayac y en bote, caminatas por las playas y senderismo. Las toninas son un atractivo único porque se encuentran en abundancia en los caños Carrizal y Corrientoso, aunque en el primero se pueden ver en la temporada de aguas altas y subidas de agua, porque ese caño se seca en aguas bajas y las toninas salen al río grande. Es un sitio adecuado donde ellas se reproducen. Sin embargo, el objetivo es que los guías ecoturísticos estén capacitados para que interpreten de forma integral la dinámica de este ecosistema.

Importancia del ecosistema Orinoco
El bosque ribereño del río Orinoco son plantas que están sometidas a perturbaciones en el nivel de agua periódicamente, es decir, durante una época del año están bajo las aguas. También se le identifica como un humedal, porque son espacios que están expuestos a una película de agua permanentemente o durante un periodo del año. Sara Leal indicó que si se corta esa vegetación, las inundaciones serían mucho más fuertes. “Muchas de las lagunas rebalseras son sitios de cría para la pesquería”, recordó Leal al tiempo que destacó la importancia de las aves. “Hay razones ecológicas, porque las aves tienen un papel dentro del ecosistema, están los carroñeros que comienzan el ciclo de descomposición. Luego están todas las aves dispersoras de semillas que en cierta forma mantienen la diversidad de un bosque. Incluso hay razones de salud para el hombre, porque algunas especies son comedoras de roedores y de insectos que son las aves más abundantes de acuerdo a sus hábitos alimenticios, gracias a las aves insectívoras es que se mantiene a ras las plagas que uno ni percibe. En estas incluyo a las aves nocturnas que son rapaces, como el búho y la lechuza, son comedoras de roedores, imagínate si no existieran”.
Por su parte, Rosauro Navarro agregó que además de ser el sustento de una gran variedad de fauna, aves, mamíferos, reptiles, peces y cientos de individuos más de la fauna y organismos que no observamos y que forman toda una cadena atrófica; el bosque ribereño del Orinoco actúa como un contenedor de suelo fértil que luego es utilizado en terrazas, para la ecología humana y el recurso humano que hace vida en él.
Lo cierto es que, luego de convivir todo un día con ese sistema natural que está a sólo 40 minutos de Puerto Ordaz, la turista no se perdonó haber perdido tanto tiempo sin mirar hacia el Orinoco, un ecosistema que no le teme a los cambios. Como expresó Sara Leal, “el río es continuamente cambiante y eso es lo mágico del Orinoco. Ninguna estación es igual, siempre hay cambios y eso se refleja en las flores, en las aves, en los peces y en la misma población. Lo único seguro en el corredor ribereño es el cambio”.

Potencial ecoturístico
María Isabel Blanco, Sara Leal y Marianella Bermúdez fueron las encargadas de realizar los estudios preliminares durante la primera fase de investigación del proyecto Corredor Orinoco para conocer su potencialidad ecoturística. Los resultados de su investigación determinaron dicho potencial por cuanto “la dinámica estacional ribereña del Orinoco, genera cambios cíclicos en los ecosistemas relacionados a la planicie de inundación, que permiten deducir que el río es siempre cambiante tanto hidrológica, morfológica, biológica y socialmente en función del tiempo. Esta característica compleja del corredor ribereño del Orinoco y su planicie de inundación, basada en pulsaciones, le confiere un alto potencial ecoturístico”. La investigación recoge “la necesidad que tienen todas las comunidades ribereñas de desarrollar actividades que conlleven a ejecutar programas de educación ambiental, de entrenamiento técnico y de planificación de actividades ecoturísticas”.

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