12 septiembre 2006

Nuevas variables socioeconómicas y ambientales favorecen la malaria


De 300 a 500 millones de infecciones maláricas ocurren cada año en el planeta. En Venezuela, la enfermedad se encuentra en el rango de epidemia. El 61,7 % de los casos, (marzo-2005) provienen del Estado Bolívar. El 87,3 % corresponden a P. vivax; 12,1 % a P. falcíparum y sólo 0,5 % para infecciones mixtas


Laura Delgado, bióloga del Instituto de Zoología Tropical de la Universidad Central de Venezuela quedó convencida que en aquellos municipios donde existen necesidades básicas insatisfechas, pobreza crítica, descolarización entre 7 y 8 años y cambio en el uso de la tierra; hay presencia de malaria. La investigadora trabaja en ecología aplicada a la salud pública, asistida con percepción remota y sistema de información geográfica (SIG); de ahí que el estudio, llevado a cabo en los municipios Roscio, Sifontes y Gran Sabana del estado Bolívar, buscaba demostrar cómo el hombre -como elemento del paisaje-, es capaz de alterar o impactar los sistemas “de tal forma que le da estabilidad a las enfermedades que son sistemas ecológicos complejos porque les ofrece nuevas oportunidades de hábitat a los vectores que son sumamente flexibles y se adaptan muy rápido”.
Precisó Delgado que el trabajo lo que mostraba era que “aquellos municipios en donde las variables socioeconómicas tales como: necesidades básicas insatisfechas, pobreza crítica, niños que no asisten a la escuela entre los 7 y 8 años; están muy relacionados con la presencia de la malaria en la zona y cómo aquellas actividades propias como empleo agrícola y cambio en el uso de la tierra por actividad minera, crean nuevas condiciones favorables que favorece la propagación de la malaria”.
La investigación señala que para el año 2000, el estado Bolívar -con una extensión de poco más de 240 mil kilómetros cuadrados y una baja densidad poblacional, presentaba un índice de desarrollo humano municipal mediano y algo menos de la mitad de su población estaba en condiciones de pobreza.
“Desde el punto de vista epidemiológico es uno de los focos maláricos con elevados niveles de la enfermedad, pero con una alta variabilidad entre municipios. Así, para los años 1999 y 2000, el municipio Sifontes presentaba los valores más altos de incidencia malárica con un IPA de 146.92 y el municipio Caroní, los más bajos con un IPA de 0.09, lo que significa que la incidencia malárica en el estado Bolívar se expresa espacialmente de manera heterogénea”.
En tal sentido, la investigación evidenció que en los municipios Sifontes y Gran Sabana -donde funciona la agricultura o la minería extractiva que es la minería de cielo abierto-; tienen los indicadores de malaria más elevados, en cambio Roscio “que también tiene un porcentaje de malaria significativo, tiene variables ambientales diferentes y que condicionan distinto la enfermedad”.
Explicó que otras variables intervienen en el caso de El Callao donde se realiza una minería extractiva tipo túnel, “el cual no afecta el ambiente de tal forma que pueda dar origen a la proliferación de vectores en agua. El problema de salud de El Callao es otro, tiene que ver más con la utilidad de los niños para entrar en los túneles y ese es un problema de salud pública importante”.

SENSIBILIZAR
Delgado añadió que esta primera exploración de esa relación entre las variables socioeconómicas y el hombre como elemento del paisaje pretende ir orientando y sensibilizando a las comunidades de las áreas afectadas, “porque tiene que ser un proceso educativo si no, no puedes lograr nada. La idea es que poco a poco se vaya tomando conciencia que esa actividad hecha de esa manera les está provocando una desmejora en la calidad de vida”.
Algo que Delgado sabe que es muy difícil de lograr “tomando en cuenta que esas son las únicas actividades que esas poblaciones saben hacer, pero de alguna manera hay que ofrecerles alternativas que les permitan manejar mejor su entorno, de manera que si lo van a hacer lo hagan causando el menor impacto posible”.
Delgado lleva seis años modelando la dinámica de esta enfermedad en el estado Sucre, siendo el último año su incursión en el estado Bolívar, “porque para poder modelar el sistema en el estado nororiental, tengo que saber quiénes contribuyen a que en un instante determinado se haya generado la endemicidad en Sucre.
Por eso para establecer esa coyuntura y ver cuál era esa relación, me di a la tarea de investigar a Bolívar y ver cómo se comporta”. Indicó que hay cinco estados que dan su semilla a Sucre: Bolívar, Monagas, Delta Amacuro, Apure y Amazonas; pero el primero es uno de los nodos que contribuye con más frecuencia a la malaria en el estado Sucre “con los casos importados que aunque son pocos, se mantienen sostenidos en el tiempo”.
Recordó Delgado que la península de Paria es muy deprimida por lo que la gente se mueve buscando mejoras en su calidad de vida y, “como no existen controles de enfermedades epidemiológicas por lo frecuente en la movilidad de la población, cuando ellos vuelven llevan la semilla”.
Precisamente, esa contribución de Bolívar hacia Sucre le llamó la atención a Delgado y la motivó a buscar la conectividad entre ellos y ha logrado encontrar que probablemente provenían de lugares con iguales factores socioeconómicos o similares condiciones ambientales que Sucre y resultó que es así. “Son patrones que hay que estudiarlos si se quiere instaurar, en algún instante, vigilancia epidemiológica efectiva”.

ENFOQUE INTEGRAL
Sobre la malaria, Delgado dijo que en el estado Bolívar prevalecen dos tipos de patógenos: plasmodyum viva y plasmodyum falcíparum. El primero impacta al hombre disminuyendo sus horas de rendimiento laboral (fiebre, escalofríos, dolores de cabeza), pero la malaria que se genera por el falcíparum puede ser fatal y es la que predomina en Bolívar de ahí que exhorta a la población a mantener medidas preventivas.
Delgado piensa que más que erradicar la malaria, “lo correcto sería trabajarla de forma integral con un diseño de monitoreo y control donde se aborde el problema educativo desde las escuelas y un abordaje de la enfermedad desde el punto de vista de su funcionamiento. Epidemiológicamente, cuáles son las variables que la afectan y si se restringe a un área en específico”. Su apostolado es muy claro “hay que trabajar en equipo y las instituciones que tienen competencia en el área de salud pública debe propiciar ese trabajo en equipo, porque tradicionalmente hubo un equipo fuerte de malaria en Venezuela pero eso ya no es así ahora queda unificar los esfuerzos de la gente que viene trabajando y que viene haciendo investigaciones en las áreas, porque esa es la única manera de fortalecerse”.

Sistemas de Información Geográfica
La investigadora del Instituto de Zoología Tropical de la Universidad Central de Venezuela también desarrolló un modelado cartográfico para la evaluación de riesgo epidemiológico asociado a la malaria en el municipio Sifontes, por ser el más afectado. “Los Sistemas de Información Geográfica (SIG) constituyen una herramienta integradora de las información disponible. El análisis espacial permitió identificar y delimitar de forma rápida los lugares potenciales de riesgo epidemiológico así como las zonas vulnerables a la epidemia”. Delgado indicó que luego de obtener el modelo, se generaron propuestas que “contribuirán a minimizar el impacto en cuanto al número de casos de malaria y apoyarán a los organismos del Estado, porque tendrán disponible una información para gerenciar mejor los recursos dedicados a la salud”.

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