05 abril 2006

Hacia la integración de los saberes


El lunes 20 de marzo, en la milenaria tierra del Macizo Guayanés, se instaló el I Congreso Internacional de Biodiversidad del Escudo Guayanés bajo la premisa fundamental de compartir no sólo los conocimientos científicos sino también los saberes de las comunidades indígenas

Bajo las notas musicales de la Coral de Kavanayen y con la presencia de un nutrido grupo de representantes de diversos países que conforman el Escudo de Guayana, el lunes 20 de marzo se llevó a cabo el acto de instalación del I Congreso Internacional de Biodiversidad del Escudo Guayanés en el hotel Gran Sabana en la ciudad fronteriza de Santa Elena de Uairén, Municipio Gran Sabana, al sur de Venezuela. El evento fue presidido por el Alcalde del Municipio Gran Sabana, Manuel de Jesús Vallés; el presidente de Fundacite Guayana, Ervín Vásquez; el rector de la Universidad Nacional Experimental de Guayana, José Tarazona; la presidenta del comité organizador, Judith Rosales y el coordinador del Programa Bioguayana, Anibal Invernón. Como invitado especial estuvo el presidente de la Unión de Universidades Amazónicas, Julio Salek.
Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de la presidenta del comité organizador e investigadora de la Uneg, Judith Rosales quien exhortó a los presentes a intercambiar no sólo los saberes científicos y los últimos avances de los estudios que sobre la biodiversidad del Escudo Guayanés se vienen desarrollando, sino también compartir los saberes de las comunidades indígenas que participan activamente en los programas de conservación. Rosales resaltó en sus palabras lo ilimitado de la biodiversidad biológica del Escudo de Guayana, la cual reviste “una importancia global, porque recoge toda una historia de algo extraordinario de una evolución de la flora y fauna más antigua del planeta en este escudo precámbrico, el hecho de que todavía tengamos continuidad de esos bosques, es de gran importancia para todos los proyectos que se persiguen dentro de la región que ya está integrada biológica y culturalmente, pero es importantísimo que nos integremos todos los científicos e investigadores por la conservación de este ambiente”.
Hizo incapié en la necesidad de integrarse durante los dìas que dure el congreso a fin de trabajar de forma unida para elaborar las conclusiones de los que será la Declaratoria de Santa Elena de Uairén por la conservación del Escudo Guayanés.

DE SABIOS ES ADAPTARSE
El antropólogo e investigador de la Uneg, Alexander Mansutti a cargo la conferencia magistral sobre “La emergencia de la complejidad social: retos para la investigación ecólógica”. En la misma, el especialista desentrañó la compleja relación que se establece entre el investigador y la población local objeto de estudio. A juicio de Mansutti aquellos días en los que el investigador-explorador heroico que viajaba a regiones inhóspitas en pos de la celebridad y la gloria por el valor asociado a sus descubrimientos y la intensidad de sus aventuras, se acabaron. Para Mansutti, el investigador de hoy “enfrenta un mundo diferente, un mundo en el que se ha universalizado el dominio de la mercancía, un mundo en el que los actores locales, antes regulados por valores sociales ajenos a la valorización de la fuerza de trabajo, han cobrado conciencia del valor mercantil de sus recursos y conocimientos”. En tal sentido, recalca que la defensa que estos actores locales vienen haciendo del “carácter social y comunitario de sus recursos y conocimientos y negar su condición de mercancía apropiable privadamente o por el contrario para exigir que se les reconozca el pago de su valor según sea el caso”. Igualmente, añade Mansutti “hemos visto implantarse estrategias institucionales y normas jurídicas de obligatorio cumplimiento que protegen la integridad sociocultural de posibles excesos investigativos o los conocimientos locales de la biopiratería. Biólogos, ecólogos, geógrafos y antropólogos hemos visto como nuestra libertad para estudiar la biodiversidad y la sociodiversidad se ve severamente constreñida por regulaciones que limitan nuestro derecho a disponer de los resultados de nuestras investigaciones”.
Añadió que “por un lado, el derecho del investigador a ejercer el oficio que tanto le ha costado aprender y desarrollar; por el otro, el derecho de propietarios y detentadores de saber a poder evaluar la calidad y volumen de su aporte así como los posibles beneficios que nuestros resultados puedan aportarles”. Concluyó su conferencia magistral sentenciando que “la activación política de los actores de la complejidad social ha venido para quedarse. Lo más sabio es aprender a adaptarse a ella”.

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