24 septiembre 2005

Fortalezas y debilidades del movimiento ambiental venezolano

La Sociedad Conservacionista de Guayana considera que la lucha por la defensa del ambiente debe contar con la sinergia entre Estado y sociedad, “mientras tanto seguiremos pegando gritos, haciendo conciencia gota a gota”

La Sociedad Conservacionista de Guayana, SCG, es una de las pocas organizaciones no gubernamentales ambientales que se mantiene activa en la zona y sigue siendo referencia obligada al plantearse un análisis del movimiento ambiental en Guayana.
Fundada en febrero de 1990, la Sociedad Conservacionista se trazó como actividad principal la investigación en conservación para lograr “un ambiente propicio para la realización del hombre como ente racional de la creación, alcanzando una óptima calidad de vida y salvaguardando para las futuras generaciones, los recursos naturales renovables”. Nobles principios que han sido difíciles de alcanzar en una zona industrial como Guayana donde el movimiento ambiental se enfrenta al conflicto entre desarrollo y sustentabilidad. Entre el récord de producción y las toneladas de contaminación que genera la zona industrial.

Voz de alerta
Francisco Valdez Mederico, vicepresidente de la mencionada organización, explicó que a pesar de las dificultades, la SCG sigue manteniendo su rol de seriedad y de objetividad cuando se refiere a los problemas más álgidos de la región. Lo que juzga como su mayor fortaleza.
Como ejemplo, recuerda las insistentes denuncias sobre mercurio en el Bajo Caroní, que obligaron al Gobierno Nacional a traer a cualquier cantidad de científicos del mundo a dar foros sobre el mercurio. La posición de la ONG fue determinante porque llamó la atención sobre un problema que se conocía sólo a puertas cerradas de las empresas involucradas. “La Sociedad Conservacionista participó en todo el proceso, incluso en la recolección de pruebas y seguimos manteniendo nuestra voz permanente, porque la solución de ese problema no está en manos de nosotros”. Sin embargo, la voz de alerta sirvió para que se comprara un equipo de laboratorio que actualmente se encuentra en la Fundación La Salle, lugar donde se realizan las pruebas para determinar si hay contaminación mercurial; asimismo, se realizó la campaña de información hacia los sectores con mayores posibilidades de ser afectados con el mercurio, una labor que la SCG llevó a cabo en conjunto con el comité operativo de Guri y la Fundación La Salle.
“En ese momento demostramos que sí había contaminación mercurial y que aún ahora, es un problema vigente”.
Aclara el ambientalista que el boom del tema ambiental fue importante “porque los presidentes de las empresas, especialmente las básicas, se empezaron a preocupar, pero solo quedaron en eso, porque las denuncias se diluían”. Reconoce Valdez que para ese entonces la premisa ambiental no fue tomada en cuenta al momento de plantearse el desarrollo industrial de Guayana. Como anécdota recordó que una vez en un foro realizado en la Cámara de Comercio le plantearon al entonces presidente de Fesilven instalar los filtros que en ese tiempo costaban alrededor de 10 o 15 millones de bolívares, “pero el dijo que ese dinero lo pensaba utilizar en una forma más productiva. Yo me pregunto ¿qué será más productivo?”

Mayor participación
En estos momentos la institución dirige su acción hacia el sector obrero siderometalúrgico con el fin de concienciar a esta población sobre los problemas de contaminación generados por las mismas empresas donde trabajan. El objetivo es lograr una mayor participación y “despertar en ellos una autoestima diferente”. Añade Valdez que el resultado de las encuestas realizadas a los obreros en el portón de Venalum sobre la contaminación atmosférica reflejaron un desinterés por la variable ambiental. “Sólo están pendientes de ganarse sus reales. La responsabilidad ambiental se diluye por la necesidad de trabajar”.

Intereses contrarios
Concuerda en que las ONG’s ambientales deben impulsar líneas de investigación, pero considera que al obtener recursos financieros para su ejecución se desvirtúa el espíritu de la investigación al tener que adaptarse a las directrices de quien otorga los recursos.
A su juicio, “el problema ambiental le llama la atención a la gente cuando le produce dinero o cuando ya estás afectado, mientras no estés afectado nunca te vas a preocupar por el problema ambiental”.

Inquietud por el ambiente
Mas allá de la denuncia per se, Valdez está convencido que la SCG ha creado una cierta “inquietud por el ambiente en Guayana”, pero no lo suficiente porque observa que a la denuncia permanente no se le ve resultado. “Como tú dices, en el caso del mercurio, el de Hevensa, el de las empresas básicas, el del relleno sanitario ubicado en Cambalache que hemos estado encima de esos problemas y no hemos logrado ni siquiera que se cambie el sitio de disposición final de la basura. La impotencia es muy grande”
El trabajo de la SCG se circunscribe al diagnóstico del problema y a la formulación de propuestas que coadyuven en la solución de los problemas ambientales, “pero no podemos influir más allá”.
Confiesa que es una labor que realizan “por amor al ambiente” y su mayor obstáculo, quizás sea la misma comunidad a la que no han logrado sensibilizar para que juntos tengan una participación más activa en beneficio del ambiente. “Muchas veces pareciera que no les interesa lo que sucede alrededor de ellos y es algo que perjudica porque no hay conciencia ambiental”.
Aunque el especialista aclara que la política no ha invadido a la SCG, “tal vez nos hizo daño en que algunos valiosos miembros de la SCG se apartaron porque obtuvieron posiciones importantes en la función pública. Pero más daño nos hacen cuando no nos escuchan, porque hace un mes le enviamos un correo electrónico a todos los diputados del CLEB sobre la situación de la cuenca del Caroní y todavía no hemos tenido respuesta, será que están muy ocupados con las elecciones pero esos son problemas que debe atender el Estado”.
Sin embargo, estos desencuentros no amainan la voluntad por seguir en la lucha por la defensa del ambiente y tal como lo reflejan las palabras de Valdez Mederico, aún queda mucho trabajo por hacer. “El movimiento ambiental de Guayana debe emprender acciones sobre la deforestación en la Reserva Forestal de Imataca, la conservación de la cuenca del río Caroní, la minería descontrolada, saneamiento ambiental en la zona y la contaminación del río Orinoco. Siempre que la sinergia se de entre Estado y sociedad se podrá lograr un objetivo, mientras tanto seguiremos pegando gritos, haciendo conciencia gota a gota”.

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